Esta actitud suele aparecer en el periodo que va de 1 a 3 años. Puede tener diferentes causas (ansiedad, disciplina excesiva, estar echando los dientes o su manera particular de conseguir atención) pero no debe permitirse.
• El morderle nosotros para que “vea cómo se sienten los demás” no evitará que continúe haciéndolo. Incluso podrá aumentar su comportamiento agresivo.
• Cuando muerda a otros niños procurar no jugar ni prestarle atención durante un tiempo breve (4 ó 5 minutos). Aprenderá que con ese comportamiento no obtiene “cosas agradables”.
• Adaptar nuestra respuesta a su edad: a un niño de 3 años es posible hablarle indicándole por qué no es correcto morder pero uno de menor edad no lo entenderá.
• Usar un tono firme y desaprobatorio de la conducta pero con calma y tranquilidad.
• Si el médico no encuentra causa orgánica acudir a un psicólogo: nos ayudará a ver y corregir los posibles fallos en nuestro actuar y propondrá la mejor forma, adaptada a nuestro hijo, de solucionar el problema.
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